CONÓCETE A TI MISMO

Un viaje de la mente a La Consciencia

 

PRÁCTICA

SILENCIO, QUIETUD DE LA MENTE

 

 

 

MUNDO FÍSICO, PSICOLÓGICO, CONSCIENTE

 

Vivimos en el mundo físico, espacio

Paralelamente vivimos en el mundo psicológico, tiempo

     continuamente estamos interactuando con el pasado, recuerdo

     y con el futuro, imaginación

 

Pensamientos, sentimientos, deseos....

     son los movimientos que realizamos en el mundo psicológico

 

Tenemos la posibilidad de vivir en el Mundo de la Consciencia

     pero para ello tenemos que permanecer "quietos" en el mundo psicológico

      ¿Cómo parar, silenciar, dejar quieta la mente o mundo psicológico?

 

El sistema psicológico (el cuerpo que habita en el mundo psicológico) está realizando, continuamente, tres procesos:

     1) recepción o percepción (de datos o información del exterior -mundo físico- y del interior -mundo psicológico-),

     2) asociación o pensamiento (incluyendo en estos los sentimientos y deseos)

     3) y resolución, que es doble, disposición de acción y ejecución de un estado de ánimo.

 

Cuando conocemos el funcionamiento de la mente o sistema psicológico,

     advertimos que únicamente puede realizar un movimiento a la vez.

     Los procesos 1 y 2 se alternan, no pueden ejecutarse al mismo tiempo,

     o bien percibimos

     o bien pensamos (aunque el paso de uno a otro es muy rápido).

 

Esta característica la podemos utilizar para "parar el pensamiento"

     y con ello dejar quieto el movimiento de la mente

     lo que a la vez nos permite entrar en el Mundo de la Consciencia

 

 

 

¿CÓMO PARAR EL PENSAMIENTO?

 

El pensamiento se reproduce por propio impulso,

no tenemos que accionarlo,

no tenemos que dar la orden de que comience,

él lo hace sin nuestra participación y aun a pesar de nuestra oposición.

 

Pero cuando fijamos nuestra "mirada consciente" sobre él,

se detiene,

desaparece,

se aquieta momentáneamente.

 

Aprovecharemos esta característica

para iniciarnos en el silencio consciente y voluntario.

 

Nótese que este silencio “sí” exige de nuestra participación:

tenemos que poner en funcionamiento la atención,

de modo voluntario,

tenemos que ejecutar nuestra opción de querer,

nuestro Ser Consciente.

 

Para realizar esta práctica,

al menos en los primeros días,

buscaremos un lugar y hora adecuados,

en la medida de lo posible,

que nada ni nadie pueda interrumpir o perturbar.

 

 

 

LA PRÁCTICA

 

Haz una separación entre ti y tu mente la cual verás como una pantalla.

 

Enfoca la pantalla mental y pregúntate,

     ¿QUÉ ESTOY PENSANDO AHORA?

 

Mantén el enfoque sobre tu pantalla

sintiendo la pregunta que hiciste como un eco,

reiterado,

un eco que va perdiendo intensidad.

 

Luego vuelves a la pregunta,

más alta de tono,

con más fuerza.

 

Cuando preguntes has de sentir con todo tu ser lo que has preguntado.

 

Oír el eco no significa repetir una y otra vez la frase

“¿Qué estoy pensando ahora (-en este instante-) ?”,

sino sentir el concepto,

lo que hay detrás de la palabra;

en la resonancia del eco no hay verbalización,

no hay palabra,

solo el alma de la pregunta,

la esencia de lo preguntado.

 

Observar cómo tras realizar la pregunta

“nada responde”,

nada se mueve,

no hay pensamiento,

no hay nada.

 

A medida que repitas una y otra vez

el ciclo de pregunta y eco,

esa inexistencia de respuesta,

de no-pensamiento,

de nada,

se va traduciendo en un “sentir el silencio”,

cada vez más intenso,

cada vez con más cuerpo, forma y peso.

 

El silencio es denso, tiene su propio sonido, su propia nota.

 

En realidad el silencio lo abarca todo

pues las palabras,

los sonidos,

los pensamientos,

no son más que elevaciones de ondas

que vuelven a caer a su primitivo estado.

 

Surgir y caer de olas que son absorbidas por la inmensidad del mar,

que desaparecen tal y como surgieron,

de la nada a la nada,

del silencio al silencio.

 

En la respuesta a la pregunta,

¿qué estoy pensando ahora?,

en ese acto,

acaece el silencio.

 

En el eco de la pregunta,

en la resonancia,

en la esencia,

en el alma de la misma encuentras la respuesta.

 

Siente el silencio,

mastícalo,

escúchalo,

vívelo.

No busques otra cosa,

no esperes nada,

solo sentirlo,

bañarte en él.

 

No te olvides de ti mismo,

del observador,

del testigo que ve.

 

No te olvides de la pantalla mental sobre la que proyectas tu mirada,

no te olvides que tu y la pantalla sois dos cosas distintas,

diferenciadas.

 

El ejercicio es muy simple y sencillo:

tu,

la pantalla,

la pregunta,

el eco con su resonancia descendente

y la respuesta con su reverberación ascendente.

 

Cuando vayas sintiendo el silencio

con más y más intensidad

puedes ir distanciando la pregunta

y alargando la resonancia del eco.

 

A medida que se intensifique la densidad de la respuesta,

del silencio,

comenzarás a sentirte contenido dentro de él,

desaparecerá la pregunta,

la pantalla

y tu mismo.

 

Pasarás de la resonancia de la pregunta

a la reverberación de la respuesta;

ya sólo hay silencio,

todo es silencio.

 

Siente que te llena,

que te envuelve,

que ya no eres tu y el silencio sino que no hay otra cosa que él:

un silencio profundo,

o que tu,

quieto,

calmo,

en completa armonía.

 

 

La práctica de este ejercicio en lugar aislado, en situación especial, no será el único campo para activar el silencio sino un modo transitorio. Su lugar está en la vida, practicar, sentir, situarse en el silencio en cualquier lugar y circunstancia.

 

 

 

Resumen:

 

1) Enfoca la pantalla mental y preguntarme ¿qué pensamiento hay ahora activo?

 

2) Para hacer silencio utiliza línea que te conecte a "ti" con la "pantalla mental" (pensamiento).

 

3) Diferénciate, a ti mismo de la pantalla mental, sois dos entes distintos, separados.

 

4) La pregunta se hará elevada de tono, con intensidad. Dejará un eco, una resonancia que irá disminuyendo, perdiendo intensidad.

 

5) No hay respuesta a la pregunta, no hay pensamiento, surge el silencio.

 

6) En el eco no hay que verbalizar la pregunta sino sentir el alma, la esencia de la misma.

 

7) La respuesta es el silencio, con reverberación ascendente, cada vez más intenso, más sentido.

 

8) Irá desapareciendo la pregunta. Queda el eco de la misma y la reverberación de la respuesta.

 

9) Los diversos elementos se van unificando, tu, la pantalla, la pregunta. Sólo queda la resonancia del eco de la pregunta y la reverberación de la respuesta, el silencio.

 

10) Al fin te ves envuelto por el silencio, contenido en él, eres silencio, calma, quietud, armonía.

 

 

 

 

 

 

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